No tenía mucha idea de qué me iba a encontrar en Guatemala y lo que hallé me deslumbró. Fui para un mes y me quedé dos. Otros destinos me llamaban y decidí irme, con pena, sabiendo que me quedaba por ver muchísimo de ese extraordinario país.
Guatemala tiene unos lugares muy turísticos: Antigua, Lago Aritlán, Semuc Champey, Tikal, etc. Y unos shuttels que transportan a los turistas cómodamente de unos a otros ahorrándoles el tener que lidiar con la población local. Pero este país es mucho más. Es un país con un profundo acervo cultural maya, que lucha por salir adelante pese a una gran falta de infraestructuras y organización y con una gente extremadamente amable y religiosa.
Para los propios guatemaltecos, la capital es caótica y peligrosa. Yo solo fui un domingo de visita y no vi nada raro. En el resto del país me sentí seguro a excepción de las camionetas (chicken bus) que circulan por la Panamericana a lo que dan. Desde mi punto de vista me parece un disparate. La primera vez que tuve que aferrarme con todas mis fuerzas al asiento de delante para no salir volando al pasillo, le pregunté a mi compañero de montaña rusa si era normal aquello y con una sonrisa me contestó que sí. !Y una mierda!
La leña que el padre trae de la montaña sujetada a su cabeza.
Mientras hacia el voluntariado uno de los hermanos me dijo que iba a ayudar a los voluntarios que estaban tratando de apagar el incendio del Volcán Agua, en Antigua. Por supuesto que no me perdí la oportunidad de estar allí.
Fue un privilegio ver cómo se involucró todo el pueblo de Santa Maria de Jesús, pegado a la falda del volcán, para apagar el incendio. Unos hombres subían a la montaña a combatir el fuego -hombres, sí, pues es una sociedad muy conservadora- mientras que en el pueblo se quedaban las mujeres cocinando y otros hombres, no tan acostumbrado a trabajar en el campo, para organizar el envío de bebidas y comida a los primeros. Lo que no me gustó nada fue saber que esa era toda la ayuda con que contaban para apagar el incendio y que no había una coordinación general, con lo que cada uno de los otros pueblos que circundaban el volcán hacían lo que les parecía oportuno: unos también apagaban su parte del volcán, otros no se preocupaba de la suya, otros colaboraban con pueblos vecinos... Me pareció una pena esa improvisación y desorganización de recursos y acciones. Eso sí, llenos de buena intención y solidaridad. Por otro lado me hizo darme cuenta del enorme privilegio que tenemos en España al contar con un servicio contraincendios tan profesionalizado y coordinado.
La vida en Guatemala es dura, con unas infraestructuras muy malas y un sistema de transporte caótico, salen adelante con mucho trabajo y la mayoría lo lleva bastante bien, yo creo que ayudados de una Fe cristiana con muchas pinceladas de sus antiguas tradiciones mayas.
Predicando el Evangelio.
Ofrenda maya en el Lago Chiquibal dentro de un cráter.
Ceremonia maya-crisriana en la cima del Volcán Santa María, Quetzaltenango.
Conduciendoo la camioneta (chicken bus)
Y, por supuesto, no puedo olvidar el mayor atractivo para la mayoría de turistas que se aventuran a visitar este país: sus paisajes. Guatemala es volcanes, lagos, ciudades coloniales y ruinas mayas.
Semuc Champey
Flores
Lago Aritlán
Volcán fuego
Antigua
Pero más allá de la famosa excursión de una mañana a Tikal en autobús, me animé a algo que me apetecía muchísimo desde la primera vez que otro viajero me lo comentó en México: el trekking de seis dias a la ciudad antigua maya de El Mirador que llegó a albergar unos 200.000 habitantes. Esta ciudad fue descubierta en 1933 y los arqueólogos tienen todavía una labor ingente oculta en la selva. Para llegar allí no hay carreteras sino que debes caminar dos días largos por senderos, así que el tercer día es cuando la puedes visitar. El Mirador y otros yacimientos menores que fuimos recorriendo por el camino están absorbidos por la inmensidad de la segunda selva más grande del planeta, después de Amazonas. Para mí la caminata por la selva fue espectacular y todas las noches teníamos el privilegio de ver la puesta de sol desde lo alto de una pirámide de unos 2500 años de antigüedad. Mirando a la redonda desde esas extraordinarias atalayas solo se ve selva. Como si fuese un mar de nubes, pero en este caso el gris se ha sustituido por un denso e intenso verde desde el que miles de aves y el aterrador rugido del inofensivo mono aullador ponen sonido a la anaranjada luz del atardecer.
Guatemala fue una sorpresa y un regalo en mi viaje. Me pregunto si me dejaré de sorprender. Cuándo me cansaré de viajar.
Con países como Guatemala creo que aún tengo curiosidad para rato. Qué así sea.
Muchas gracias César por compartir, como siempre te digo, nos haces viajar!! Un abrazo enorme!
ResponderEliminarNo creo que llegues a cansarte! Ni yo de leerte. Un besazo🥰
ResponderEliminarMuchas gracias Patricia. Es un privilegio compartir mis experiencias contigo.
EliminarGenial Cesar!!!!
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