martes, 8 de noviembre de 2022

A la tercera ¡llegué!

En junio de 2015 tuvimos una cena de despedida para unos alumnos a los que yo les tenía un gran cariño. Uno de los profesores asistentes les leyó el poema " Ítaca" de Cavafis que trata sobre "El Viaje". Me pareció muy acertado dado que aquellos alumnos terminaban la Educación Secundaria Obligatoria y a partir de entonces comenzaban a manejar más autónomamente la nave que les llevará a surcar sus Vidas.

Pero yo creo que ninguno de ellos escuchó el poema con la atención que yo lo hice. Para mí esas palabras sobre el Viaje, su destino y sus miedos, me cautivaron. Cavafis, en el siglo XX, recogió magistralmente la esencia del viaje de diez años del héroe mítico Ulises regresando a su tierra: Ítaca, que Homero narra en su extraordinaria obra de la mitología griega: "La Odisea". El poeta contemporáneo expone que cada uno se debe enfrentar a sus propios monstruos -lestrigones y cíclopes- pero que es en tu interior donde ellos habitan. También nombra a coléricos personajes -Poseidón- que se Interpondrían en tu camino a no ser que tú lo evites.  Pero por encima de todo afirma que Ítaca no era el objetivo, sino solo la motivación del viaje y que al llegar no debíamos juzgarla por lo que es, sino por lo que nos dio: el Viaje. ¡Me fascinaron esas palabras! Sobre todo porque me sentía identificado con esa idea del Viaje dado que el año anterior había realizado mi primer Gran Viaje: en bici de Ushuaia a Cuzco. Fue un gran sueño que relaté en el blog: "Siguiendo mariposas"

En agosto de 2016 comencé mi segundo Gran Viaje: de Nairobi a Ciudad del Cabo en bici. La experiencia la narré en un blog al que titulé: "Largo camino a Ítaca". Durante los ocho meses que pedaleé por el continente africano pensé muchas veces en el poema de Cavafis. Ciudad del Cabo era mi Ítaca, mis lestrigones y cíclopes muchos, así como los Poseidones en mi camino, pero mi espíritu tenía que mantenerse elevado. Ciudad del Cabo era la excusa del viaje, mi objetivo era cada día. Al final llegué. Mi destino me gustó, pero fue mi viaje lo que me enriqueció.

Ahora estoy escribiendo estas líneas desde Ítaca. La isla griega del Mar Jónico es mi parada estos días. Es parte de mi tercer Gran Viaje: en furgoneta desde Tenerife, pasando por el norte de Europa y bajando, por ahora, hasta Grecia. Partimos en junio de 2021 con una furgoneta minúscula. Un año y medio después, con algunas paradas intermedias, llegamos a Ítaca.

(Ulises) 

(Ruta de la Odisea de Ulises) 

Efectivamente Ítaca no es la maravilla de Grecia. Uno se la puede saltar al visitar este extraordinario país y no se perdería nada relevante, pero para mí es una etapa en mi camino muy especial. Las islas griegas en general son un paraíso e Ítaca también, aunque no tiene sobresalientes atractivos más allá los que tú le quieras dar. Para mí es un privilegio estar aquí.





Creo que el poema de Ítaca no solo puede gustar a los viajeros, sino que todos somos en cierta forma viajeros de nuestra Vida y todos tenemos destinos, miedos y la necesidad de ser conscientes del camino diario. Por eso recomiendo leer este poema independientemente del punto del Viaje, de la Vida, en que uno se halle. Buscar un momento propicio, relajado, cómodo, y leerlo tal vez con una copa de vino. Disfrutarlo, llenarse de él.

Te deseo que tengas un largo camino a tu Ítaca. 

ÍTACA, Constantino Cavafis

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sábado, 3 de septiembre de 2022

Montenegro: ¿quieres más?




Montenegro - Mayo, junio / 2022.

Entramos a Montenegro con ganas de playa y en la primera que paramos nos encontramos con la sorpresa de que era una playa y camping nudista. Curiosa sensación pasar en minutos de interactuar con ropa a hacerlo sin ellas y, definitivamente, no era lo que esperábamos de nuestro primer día en Montenegro. Por cierto, en el camping conocimos al hermano MAYOR de nuestro pequeño Kirikú




De camino a la famosa ciudad de Kotor pasamos una noche en "Pachamama Farmstay", un camping concebido por Pasha, un iraní llegado a Montenegro por amor, y que creó un lugar de paz y retiro a poca distancia de Kotor y las playas, pero a años luz de su bullicio. Allí recibimos el regalo de su comida vegana, sus clases de yoga.... y hasta clase de salsa dada por una pareja alemana que se quedaban esos días en el camping. Por ahora... ¡Impredecible  Montenegro!




Luego llegó Kotor, ciudad medieval patrimonio de la humanidad y parada para muchos cruceros que se adentran en su hermosa bahía entre montañosas. Nosotros la vimos en temporada baja y, aun así, nos asombró la cantidad de gente por sus calles. Indudablemente bonita e histórica, pero nosotros solemos sentirnos más cómodos en sitios menos concurridos.





Siguiendo nuestro camino y tras dejar atrás Podgorica, la pequeña capital del país, por fin regresamos a los Alpes Dináricos, esta vez al Parque Nacional Durmitor.







Visitar Montenegro se hace más sencillo con la ayuda de las Rutas Panorámicas. Alrededor de Durmitor hay una pensada para recorrer en un día de coche. Nosotros la comenzamos sin prisas... ¡y nos llevó unos 6 días! Encontramos un lugar escondido junto a un lago por el que pasa la Vía Dinárica, un trekking sólo apto para unos pocos valientes que lo afrontan en autosuficiencia con sus impresionantes mochilas de unos 12 a 14 Kg. Nosotros nos conformamos con la belleza y soledad del lugar y una caminata de un día por la Vía Dinárica. 


(Nuestro jardín de casa por 3 noches) 




Uno de los atractivos de Montenegro en el rafting por la Garganta del Río Tara, así que dentro de la vuelta anterior nos desviamos a Polje para hacerlo. Resultó un rafting muy suave pero muy bonito.



Nuestro camping en Polje estaba justo en el punto donde el Río Tara se une al Río Piva para formar el Río Drina. Hasta hace poco, estos ríos simplemente ni me sonaban, pero ahora estoy leyendo un libro muy interesante titulado "un puente sobre el Drina" que narra el devenir de Bosnia y Herzegovina, poniendo como principal personaje a un puente del siglo XVI que aún existe. Así que me encantó estar en el nacimiento del Río Drina


(Por la izquierda el turbulento Piva

Por la derecha el calmado Tara

Muchos kilómetros aguas abajo, un puente) 

(Embalse en el Río Piva)

Tras habernos empapado de Durmitor, seguimos camino por la garganta del Río Tara hasta llegar al Parque Nacional Biogradska. 

(Puente sobre el Río Tara) 


Este Parque Nacional es famoso por su caminata alrededor de su lago, pero nosotros quisimos añadir otra hacia un mirador y un Katun, que son los asentamientos básicos usados para llevar a pastar a los animales durante el verano. Al llegar descubrimos que el katun lo habían reacondicionado con casitas de cuento, tamaño pinypon, y un restaurante donde estábamos solos con su encantadora dueña. Todo ello nos hizo plantearnos la posibilidad de pasar allí una noche. Por supuesto no habíamos cogido nada en nuestras mochilas para pasar la noche, pero tras un rato considerando ese sentimiento de no poder pasar una noche "fuera" -Kirikú es nuestra casa- solo con lo puesto, llegamos a la bonita conclusión de que esos impedimentos solo son reales en nuestras mentes, así que nos quedamos. Fue una sensación agradable. A veces nos creemos supeditados a un montón de cosas que realmente no necesitamos.

 





Al día siguiente bajamos al lago y disfrutamos de la gran belleza del frondoso Biogradska más típico, aunque ya no estábamos solos. 

 




Nuestra última parada antes de regresar a Albania fue en el Parque Nacional Prokletije. Pasamos unos pocos días allí y tuvimos el regalo de disfrutar de un intenso cielo azul con un sol radiante que encendía el manto verde sobre las montañas que aún mostraban sus ultimas reservas de blanco en sus cumbres. Un derroche de color y luz que nos permitió disfrutar de lo extraordinario de lo esencial: la naturaleza y la luz.





Montenegro es un pais que nos resultó fácil por su vocación europea que hace que mucha gente hable inglés y que su moneda sea el euro. Fácil por su pequeño tamaño y buenas infraestructuras que hacen que puedas ir de una hermosa playa del Adriático a los Alpes Dináricos en unas pocas horas -bastante más con Kirikú, nuestra incansable pero lenta furgoneta-. Fácil porque la gente es amable y los precios económicos. Fácil porque tiene una densidad de población de unos 50 habitantes por Km2, cuestión muy importante si quieres dormir en la naturaleza -Albania y España unos 100 hab/Km2 y Holanda más de 400 hab/Km2-. Fácil por su nivel de desarrollo general, sobre todo viniendo desde Albania. No obstante, debo admitir que aquí sentimos un poco menos la hospitalidad genuina hacia el viajero que percibimos en Albania. 

Su independencia en 2006 de la Yugoslavia de Tito supuso el fin de ese país y la creación de las actuales Montenegro y Serbia. Esta república ortodoxa con raíces otomanas, se ha sabido reponer de la Guerra de los Balcanes y ahora disfruta de una relativa bonanza con un sector turístico de mar y montaña que atrae a una gran cantidad de turistas del este de Europa, entre ellos de rusos y ucranianos que aquí parece que siguen veraneando juntos, como creo que han hecho por mucho tiempo. Ojalá pronto vuelvan a la normalidad. 

Disfrutamos mucho de nuestro tiempo en Montenegro, que nos resultó un país fácil, amable, económico y hermoso. ¿Quieres más? 

viernes, 26 de agosto de 2022

Albania: un brillante por tallar.

Albania Abril a Junio de 2022


Desde Dubrovnik queríamos ir rápidamente hacia Grecia para reparar el cristal de Kirikú, nuestra furgoneta. Llegamos  a Albania a principios de abril, lo que significa frío y no turismo, pero la primera noche ya disfrutamos de la amabilidad y cercanía de Soni, el joven albanés dueño de un camping en Shkoder, en el que éramos los únicos clientes. El camping estaba un poco caótico porque se estaba preparando a marchas forzadas para la temporada, aunque para nosotros volver a tener un techo con una cama y una ducha caliente era un gran lujo, así como pasear por el lago cercano. 





Así que seguimos hacia Grecia pasando por la bonita ciudad de Berat y sus casas otomanas de las 1000 ventanas en su laberíntico casco histórico.





A la vuelta de Grecia, a final de abril, ya nos apetecía playa, así que dirigimos nuestro rumbo hacia Ksamil. Un pueblo costero todavía poco desarrollado para el turismo y donde ya nos pudimos bañar en un agua aún bastante fresquita. Seguimos disfrutando de la gente tan amable y de la gastronomía local.




Tras ese breve paréntesis de mar, nos adentramos hacia el interior del país para disfrutar de las raíces otomanas de sus ciudades y su extraordinaria naturaleza de camino la Lago Ohrid. 






Nuestro siguiente plato fuerte eran Los Alpes Dináricos Albaneses del valle de Theth. Mucho más famosos son los Alpes del Centro de Europa, con sus montañas de más de 4000 metros, pero me encantaron estas montañas albanesas mucho más tranquilas, que pudimos recorrer sin casi gente alrededor.

 
Los paisajes de estos Alpes Dináricos me resultaban bucólicos: montañas con cumbres nevadas, lagos, ríos, azul sobre verde intenso. ¡No puedo pedir más!
Además está la calidez típica albanesa que pudimos disfrutar en el camping Shpella en el que nos quedamos. Un ambiente acogedor y amistoso que se transmitía entre los huéspedes y conseguía hacerte sentir cómodo y disfrutar plenamente del extraordinario entorno.








Para despedirnos de este fascinante pais nos fuimos al Lago Komani.




Y a pocos días de salir del país, una piedra en el camino, nos recordó que el buen viaje no es aquel sin problemas, sino con soluciones a los problemas. Y que siempre dejan algo bueno, que en nuestro caso fue conocer a Jacob y Leon, que venían desde Polonia recorriendo los Balcanes en una linda aventura entre padre e hijo y que fueron nuestros ángeles de la guardia. Los cuales, con extraordinaria generosidad y bondad hacia nosotros, nos sacaron de una carretera aislada, casi sin circulación y sin cobertura. 




Al día siguiente la grúa -gracias Mapfre-  pudo ir a recoger el coche. 


Albania me resultó un país singular entre sus vecinos: no pertenece  a la UE, no fue parte de Yugoslavia, no es cristiano y, mientras fue comunista, se llevó tan mal con todos sus vecinos que en un tiempo sólo se relacionó con China.
Como muchos países del Este de Europa, tuvo un terrible dictador llamado Enver Hoxha que murió en 1985. El desmoronamiento del bloque socialista en 1990 se llevó por delante al socialismo albanés, pero al cabo de unos años, en vez de prosperar como sus vecinos, Albania siguió mal gestionada hasta que en 1997 tocó fondo y casi acaban en una guerra civil. Poco a poco ha ido levantando cabeza y en el 2014 la UE le concedió el estatuto de candidato a entrar. Más o menos desde entonces Albania se ha ido abriendo al turismo a ritmo acelerado hasta el parón del Covid en el 2020.

Por su historia Albania es una amalgama de oriente y occidente: un pueblo ilirio con una extensa dominación otomana mezclada con la actual orientación hacia la Unión Europea. Su religión principal musulmana convive con la cristiana ortodoxa de serbios y griegos pero tamizadas por el socialismo que le convirtió en el primer país oficialmente ateo, sin que ello desvaneciera la hospitalidad y calidez típicas musulmanas. Es un país en el que su pasado comunista e inestable se traduce en un bajo nivel de vida actual que convive, incomprensiblemente, con un amor por exhibir coches caros, convirtiéndolo en el país con más Mercedes Benz per capita. Da igual si tu casa se está cayendo, mientras te puedas pasear en un buen Mercedes.





Albania es un país amable que quiere abrirse al exterior y que agradece tu visita. Quieren compartir su cultura hospitalaria, de la que están orgullosos, y que te sientas bien siendo su huésped. Es un país en el que me he sentido seguro aunque no se me escapan algunas desigualdades hirientes.

Otro atractivo de Albania es su gastronomía. Mezcla de la cultura otomana con influencias italianas y griegas. Todo eso servido con una calidad humana entrañable y a unos precios muy económicos, sobre todo si los comparas con los que encontrarías en sus homólogo Alpes Suizos o Austríacos.

No obstante, reconozco que Albania se está preparando para acoger mucho más turismo en breve. Principalmente en los destinos de playa, se ve una amenazante vorágine constructiva. Me temo que en unos años Albania será otro destino masificado del Adriático. De hecho, tal vez ya lo sea en verano. Por eso ha sido un gran privilegio pasar un buen tiempo fuera de temporada ahora, cuando todavía es un diamante sin terminar de tallar.