miércoles, 3 de enero de 2024

Canta irlanda. - Oct y Nov / 2023

Así se llama el libro de Javier Reverte que supuso al acicate definitivo para tomar un vuelo a Irlanda. Este país es muy especial para mí. Cuando era aún un adolescente mis padres hicieron el esfuerzo para que aprendiera inglés y pude ir en verano a Dublín. Me lo pasé genial y aprendí algo de inglés, pero la esencia del país no llegó a entrar en mí, como si mi cerebro adolescente hubiese estado vacunado contra lo desconocido. Muchos años después, cuando acabé la universidad, conseguí  una beca para ir a trabajar a Cork y allí me pasé seis meses. Por aquel entonces yo no era nada viajero y prácticamente no salí de la ciudad. Pero tuve la suerte que mi jefe tocaba en un pub con un grupo de amigos y así  fue como un poco del alma de irlanda se abrió  paso en mí, yo no la busqué, pero me enamoró y comprendí que la música en Irlanda es mucho más que música. Mucho tiempo después, cuando comencé  a viajar, Irlanda tenía un huequito en lo alto de mi lista de deseos. Por fin los astros se alinearon y allí me fui.


Dublín es turístico y otras partes de Irlanda lo son en verano. El resto del año poca gente se anima a aventurarse por esos lares. No me cuesta entenderlo: es muy caro, el clima es horrible, la gastronomía penosa, la infraestructura es muy mala y no hay grandes museos, monumentos, obras arquitectónicas -mas allá de iglesias- ni bonitos espacios naturales a disfrutar con semejante clima.



Tipical Irish Breakfast 

Dicho lo anterior, yo lo disfruté enormemente.

Para mí Irlanda es historia. Pero a diferencia de la que pude encontrar en Roma, Atenas, Budapest, etc. esta historia está viva y corre por las venas de los irlandeses de hoy. Como leí en el libro de Reverte: "Ser irlandés no es un orgullo, sino una condena".

SU HISTORIA ES DOLOR

Los irlandeses han sufrido 800 años de colonización inglesa. Los ingleses trataron de exterminarlos o convertirlos en esclavos. Para mí  hay dos hechos culminantes en este proceso.

El primero fue la gran hambruna "The Great Famine". En 1845 en irlanda vivían colonos ingleses protestantes, dueños de todas las tierras, donde trabajaban casi como esclavos irlandeses católicos. Estos últimos se alimentaban principalmente de papas. Ese año y los cinco posteriores las cosechas de papas se infectaron y su producción se desplomó. Además, la poca que hubo fue vendida a Europa por los dueños ingleses pues los precios habían subido allí. El resultado fue que de ocho millones de irlandeses en 1845, un millón murió de hambre y otro emigró agonizante en barcos, mientras se exportaban papas a Europa.



Si no era suficiente, en el museo de la Gran Hambruna de Strokestown me enteré que en esa ciudad se permitió a 1500  campesinos que emigraran, pero en vez de dejarles salir por el puerto más cercano a 70 Km, les obligaron a irse por Dublín, a 165 Km de distancia. Así  que una fila de almas famélicas se encaminó hasta allá para coger el barco, el que consiguiera llegar vivo.


Y todo esto permanece en su cultura y hace que Irlanda hoy sea un país de emigrantes. Aunque sabía que en cualquier rincón del mundo puedes encontrar un Pub irlandés, me sorprendió leer al comenzar la visita al interesante Museo de la Emigración de Dublín, que aunque en irlanda viven 5 millones de habitantes, los emigrantes irlandeses y sus descendientes en el extranjero suman más  de 70 millones.

El segundo momento relevante para mí de su historia fue la declaración de independencia en 1916

Tras el genocidio británico, algunos irlandeses prefirieron morir luchando que morir de hambre. Y en 1916 se organizaron para tomar la oficina de correos de Dublín y declarar su independencia. Reverte cuenta en su libro que alguien le preguntó a una de las personas que marchaba para tomar la oficina de correos que hacía dónde iba y éste contestó que al matadero. Así fue. Los británicos desalojaron la oficina en cuestión de días y ajusticiaron a todos sus responsables. Esa fue la gota que colmó  el vaso. Los irlandeses ya no podían sentir miedo por más tiempo y lucharon por su independencia en la guerra de 1920 al 21. La oficina de correos de O'Connell Street en Dublin, aún en uso, se convirtió en el símbolo de su independencia.

Oficina Correos Dublin - 1916

Desde entonces los irlandeses son los defensores de los abusos colonialistas y de las causas perdidas. En cualquier calle o pub puedes ver una ikurriña o una imagen del Che.



Y estos días puedes encontrarte en cualquier lugar una manifestación en contra del genocidio israelita contra el pueblo palestino. Ellos saben bien reconocer una ocupación y un genocidio independientemente de lo que digan los medios de comunicación.



SU HISTORIA ES MÚSICA.

Durante ese periodo histórico tan terrible, se les prohibió su lengua y religión. Por eso, yo creo que ellos consiguieron conservar su cultura en su música. Nunca he visto un país con tanto fervor por sus raíces musicales. No estoy hablando de la música de los pubs de la famosa y turística zona de Temple Bar de Dublín, sino sobre todo de los pubs de cualquier pueblo de la costa oeste, la más empobrecida, con menos infraestructuras y la que más me cautivó.
En esos pubs no vas a escuchar la actuación de una persona o grupo sino que se trata de lo que denominan: "Traditional Sessions" donde un grupo de amigos quedan en un pub para disfrutar y compartir su música y beber pintas gratis.





El oeste del país es maravilloso. Pueblos pequeños que fui descubriendo y gracias a Airbnb, quedándome en casas de personas con las que en muchas ocasiones pude tener conversaciones muy interesantes. Compartieron conmigo su tiempo y su país.



Para recorrer sus pueblos alquilé  un coche. En la agencia me insistieron que si no lo quería a todo riesgo, pero yo me negué. Tres semanas después, al extender el alquiler una semana más, lo hice a todo riesgo. Irlanda es un país vacío. Con una densidad de población bajisima, pero no les gusta quitarles espacio a las ovejas asfaltando de más. Así que asfaltan lo que es imprescindible para que dos coches pequeños pasen de casualidad. En las carreteras principales tienen algo más de espacio, pero no mucho más. A esto le sumas que muchas veces llueve y que se hace de noche a las 5, con lo que las luces de los coches de frente reflejan en la carretera mojada y en las gotas de tu parabrisas. Yo casi me paraba cada vez que me cruzaba un coche en las carreteras no nacionales, pero ellos creo que ni aminoraban.





Los paisajes del oeste de Irlanda son bonitos: playas, lagos, pueblos encantadores... Pero no me gustaría a mi verme por esas carreteras en verano con un montón de turistas. Yo estaba casi solo, pero a costa de sufrir su clima inclemente. Recuerdo en una ocasión que llegué  a una playa y las gotas de lluvia en mi cara eran como granizo. Tanto que a duras penas me dejaban levantar la vista para contemplarla. En otras muchas el paisaje era gris y terriblemente ventoso.







Fui a muchas sesiones de música, pero en una ocasión me enteré que en Ennis, la pequeña capital del condado de Clare, había un festival de viernes a lunes. Ya era el lunes y  seguramente no habría mucho, pero allí me fui. Desde las 2 hasta las las 9,  que yo me fui agotado, deambulé por pubs llenos de gente donde la música no paraba. Fue un día entrañable. Encontré lo que fui a buscar a Irlanda.




No eran conciertos convencionales. La gente se reunía para compartir y celebrar el sentimiento irlandés.

En ocasiones la música es animada y la gente baila y golpea el suelo con los pies. No importa la edad. Veías abuelos y nietos en esa comunión de sus raíces.





Pero lo que más me sobrecogía era cuando en un momento, tal vez después de una canción animada con el pub lleno de gente medios borrachos, alguien comenzaba a cantar o a tocar un instrumento solitario. Por alguna razón ellos sabían que en esa canción no había que unirse. La gente comenzaba a pedir silencio en la alborotada audiencia etílica y, como si nos hubiésemos trasladado a una iglesia, el pub quedaba enmudecido. Me sorprendía comenzar a escuchar el sonido de las jarras de vidrio al servirse y ponerse cargadas de cerveza negra sobre la barra. Antes ese trasiego era mudo, pero de repente era el único sonido que osaba rivalizar con esa voz o instrumento desnudo.

Saltando de aquí:

A aquí: 


Recuerdo que en el libro y película "Las cenizas de Angela", el padre de Frank McCourt siempre decía que había que morir por Irlanda y beber hasta caer por Irlanda. Se trataba de un pueblo torturado y humillado por el imperio inglés. Pero lamentablemente hoy en día siguen arrastrando un serio problema de alcoholismo. No se trata del típico joven español que se coge una cogorza un sábado por la noche para divertirse. Se trata de personas jóvenes y adultas que un día entre semana casi no pueden llegar a la casa a las 10 de la noche porque entraron al pub a las 5 de la tarde -de noche y lloviendo- y llevan más de 7 pintas -4 litros de cerveza se 8 grados-. En una ocasión me encontré a una señora de unos 65 años, muy bien vestida, sentada en un bordillo de la acera a las 11 de la noche, tan borracha que no era capaz de hablar ni moverse. Y como esa anécdota puedo contar unas cuantas.

Al alcoholismo se le suma un gran problema habitacional. Irlanda ha bajado los impuestos para atraer a empresas multinacionales. Trabajadores muy cualificados y con altos salarios están haciendo que los precios de todo suban, en concreto los de el alojamiento. Este problema lleva a muchos irlandeses al pub y el resultado es un alarmante número de irlandeses sin techo. Tal es el problema que en la catedral de la Santísima Trinidad de Dublín hay una escultura de un hombre sin techo, pero por las heridas en los pies te das cuenta que representa a Jesucristo.




SU HISTORIA ES SOLIDARIDAD

Entrar en el Ulster británico me daba un poquito de respeto. A los británicos también les da respeto poner cualquier señal de que eso pertenece a Reino Unido, así que no hay ninguna. Vine desde el oeste conduciendo y comencé  a notar que habían muchos coches con matrícula británica. Paré y comprobé en el GPS que ya había cruzado el borde del espacio Schengen, con lo que eso implica en otros lugares.

Tras la separación en 1921, los católicos de Irlanda del Norte estaban totalmente marginados. Siguiendo el ejemplo de la lucha por los derechos civiles de Martin Luther King, sobre 1969 los católicos comenzaron a manifestarse por las calles de Derry. A la vez, algunos grupos optaban por la lucha armada. Fue el comienzo del periodo conocido como "The Troubles". En 1972, una manifestación pacífica por los derechos civiles se encontró, no con la policía del Ulster, sino con militares paracaidistas británicos que abrieron fuego. Fue el Bloody Sunday

En las ciudades que conocí en Irlanda del Norte aún conviven dos realidades, dos ambientes, dos versiones. Para mí  la más interesante era la católica. Se sienten parte de la República de Irlanda y comparten sus raíces, su música y sus mártires. Derry, Londonderry para los unionistas pro Reino Unido, está decorada con impresionantes murales del Bloody Sunday, de la huelga de hambre de 1981 que acabó  con la vida de varios prisioneros católicos, y con la vida en los tiempos de los Troubles.







En Derry es uno de los sitios que más sufrieron la ocupación y, por tanto, que más solidaridad demuestran con el pueblo palestino



Niños palestinos que ya no pueden jugar.


Mi última parada en mi periplo irlandés fue Belfast. Por un lado fue muy interesante visitar el museo del Titanic. Me encantó  ver las técnicas utilizadas para construir semejante coloso y cómo se desarrolló la ciudad gracias a esa industria naval puntera. El Titanic supuso un sorprendente avance en la ingeniería a la par de una dolorosa lección de humildad para los que se creían  por encima de las circunstancias. En concreto me impactó  la transcripción de los mensajes de morse anteriores al choque. Podrán existir barcos a prueba de colisiones, pero pocas cosas están a prueba de arrogancia.




Belfast es una bonita ciudad que me impactó por sus muros. Muros que hoy en día separan barrios católicos de protestantes, coronados con alambres de espinos y con puertas que se cierran por la noche. El ambiente es calmado y totalmente seguro tanto aquí como en Derry. Pero las puertas en Belfast se siguen cerrando por la noche... por si acaso.




Y si te vas a los barrios protestantes encuentras otros motivos:


Cóctel Molotov: For God and Ulster


Belfast es una ciudad con Traditional Sessions cada noche, no sé  si siempre o por estas fiestas navideñas. Así que mis últimos días en Irlanda fueron rematados con buena música y Guinness.  ¡No hay mejor final!



SU HUSTORIA NO LO ES TODO. 

Me costaría recomendar a alguien que viaje a Irlanda más allá de Dublín, Belfast o Galway. En verano creo que hay demasiada gente para sus infraestructuras y de resto su clima es terrible. Pero yo disfruté de las hermosas tonalidades del otoño, de su historia y de la cercanía de su amable gente.









y me pareció apasionante aprender sobre el tortuoso camino para la libertad de este sufrido pueblo y el largo camino que aún le queda por delante para dejar atrás muchos lastres que aún arrastra.

Una nación que mantiene un ojo en el pasado es sabia
Una nación que mantiene los dos ojos en el pasado está ciega

En mi tercera estancia en Irlanda fui yo el que busqué la esencia de su cultura. Mucho se me habrá escapado, pero el proceso ha sido enriquecedor.

¡Una pinta a la salud de Irlanda!