sábado, 4 de mayo de 2024

Belice. Tan cerca y tan lejos. - Abril/2024

Mi estancia en Belice fue breve y no porque falten bellezas naturales para disfrutar, sino porque en muchos sentidos es una burbuja diferente del resto de Centroamérica. Hasta su capital, Belmopan, es una burbuja inventada dentro de otra.

Belice es un país muy joven que alcanzó su independencia de los britanicos  en 1981. Por tanto es un país muy conveniente y cómodo para el turismo estadounidense, con la consiguiente alza de precios que conlleva. A este país no le faltan atractivos: la segunda barrera de coral más grande del mundo -compartida con Honduras-, ruinas maya, cultura Garífuna -descendientes de esclavos africanos-, bosques, ríos y selva. Mi problema con Belice es que todo eso lo podía encontrar en los países vecinos, con una cultura mucho más centroamericana y con precios más barato. Supongo que para muchos turistas estadounidenses eso no importa porque creen que morirían a los cinco minutos de bajarse del avión en los países vecinos. ¡Pues vale!


Mi estancia en Belice se centró en San Ignacio, un pueblo con acceso a ruinas maya y mucha naturaleza, en donde encontré un hostel -Yellow belly- que invitaba a quedarte más tiempo mientras compartía vivencias con otros viajeros.






La guinda del pastel de San Ignacio es la excursión al ATM -Actun Tunichil Muknal-. Una cueva larga y laberíntica, con un río interior y que terminaba en una zona arqueológica de ceremonias y sacrificios dentro de la cueva. Fue una mezcla entre espeleología, cañoning y visita arqueológica. Divertido e interesante a la vez.





Otro día alquilé una moto y me moví por mi cuenta por el Mountain Pine Rige, una reserva natural llena de ríos y cuevas. La verdad es que me gustó pero, sobre todo, me gustó volver a moverme por mi cuenta. Ese día entendí que tenía que haber comprado una moto según llegué a México y haber hecho todo este recorrido de manera independiente. Ahora ya no tiene sentido porque me voy a mediados de junio. Pero tomo nota para futuras ocasiones. También me entró el gusanillo de afrontar otro viaje en bici. ¿No sé qué opinarán mis rodillas?





Abandoné el país por el sur, con lo que tuve la oportunidad de quedarme en el pueblo de Punta Gorda. Allí no encontré hostel con dormitorios compartidos y precios económicos, así que opté por un Airbnb. La verdad es que fue un regalo conocer a su dueña, Victoria, una mujer Garifuna, con una vida intensa y una energía desbordante, con la que compartí buenas conversaciones. El Airbnb es una opción más cara que los hostel, pero una de las cosas que no me están gustando de este viaje es que casi siempre paro en hostel donde principalmente hay europeos y norteamericanos. Estar dos días con Vitoria fue más caro, pero mucho más enriquecedor. También tomo nota.



Dejo atrás Belice y siento que voy a volver a entrar en Centroamérica, aunque geográficamente no haya salido. Honduras es mi destino. Llevo casi cuatro meses viajando desde México y sólo he encontrado a un único viajero que haya ido a Honduras. Eso acrecenta mi curiosidad. Todos los demás viajeros lo han evitado. Honduras tiene fama de peligroso. De hecho, San Pedro Sula fue declarada en 2015 la ciudad más peligrosa del mundo fuera de un conflicto bélico.




Desde entonces la situación ha ido mejorando y este joven viajero belga me contó que él se sintió cómodo. Pronto tendré mi propio punto de vista. 
¿Tal vez resulta que el belga tiene alma de Rambo? 
Yo no.
Voy intranquilo. 
Ya veré.


2 comentarios:

  1. Muchas gracias César de nuevo por compartir tus viajes, en mi vida había oído el nombre de ese país!!! Belice!!! Ten mucho cuidado en Honduras que tu piensas que todo el mundo es bueno!!! Esperando pronto a volver a leerte!!!.
    Gracias!
    Elo

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  2. Millones de gracias por compartir tu experiencia de esa forma tan bonita y especial. A ver la siguiente etapa! Todo mi cariño.

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