En el año 2016 en que viví en Lanzarote, gracias a la web
WarmShower, acogí a unos cuantos ciclistas que se disponían a
recorrer el archipiélago. En esa convivencia en mi apartamento
conocí a personas encantadoras que querían conocer la Canarias no
turística. WarmShower es mucho más que una web para ahorrar dinero
a los cicloturistas, sino que además les permiten a ellos conocer un
poco el alma de los lugares por los que transitan junto a sus propios
habitantes, pero también trasmite la energía del viajero a la
imaginación del anfitrión y le invita a soñar en viajes que algún
día podría realizar. Así fue como se coló en mi lista de deseos
el ir desde La Graciosa a Tenerife en bicicleta.
Así que aproveché
ahora y cumplí ese deseo. Cogí un ferry desde Tenerife a Las Palmas
y seguido otro a Arrecife. Allí empezó mi aventura. En bici hasta
Órzola para recorrer La Graciosa y de vuelta a casa, pero esta vez
cruzando toda Lanzarote y Fuerteventura (lamentablemente no tuve
tiempo de cruzar Gran Canaria)
Tras 10 días
pedaleando y acampando por Canarias, me queda una sensación muy
clara: vivo en un paraíso. Hermoso, seguro y amable. Pedalear cada
día rumbo sur, sin saber dónde dormir, dónde comer, a quién voy a
conocer y acompañado por una naturaleza que, aunque conocida por mi,
no deja de cautivarme, es una experiencia maravillosa que me llena de
paz.
Al principio del
viaje no las tenía todas conmigo. Prácticamente no montaba en bici
desde que regalé mi antigua bicicleta en Iran en 2017. ¡Son 2 años
sin pedalear! Y para este viaje no entrené nada, como siempre. Pero
yo ya sabía que cuando uno entra en la dinámica de pedalear
percibiendo toda esa belleza alrededor, el tiempo pasa sin darse
cuenta y, de repente, llegas a donde querías, porque realmente el
sitio al que querías llegar es el sitio al que llegaste.
-¿Cuántos
kilómetros hice?-. -Pues no tengo ni idea.- En mi bici nueva que
casi he estrenado en este viaje no instalé el cuentakilómetros. Lo
tenía y pensé en instalarlo, pero luego se pone uno a mirarlo
aunque no quiera, y algo dentro de ti te mueve a hacer un poco más,
más distancia que el día anterior, más que lo que me sugiere el
paisaje que me rodea. Al final decidí que mi cuentakilómetros iban
a ser mis piernas. Ya ellas me marcarían si había hecho poco, mucho
o, simplemente, suficiente por ese día. ¿Para qué más?
Me alegra saber que
sigo ilusionándome por recorrer mis islas y por viajar en bici a lavelocidad de las mariposas.
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In 2016, while I lived in Lanzarote, thanks to the WarmShower website
I hosted a few cyclists who were about to tour the Canary Islands. In
that that time in my apartment I met lovely people who wanted to know
the non-tourist side of these islands. WarmShower is much more than a
website to save money to touring cyclists, it allows them to know a
little about the soul of the places they visit together with locals,
but also it transmits the energy from the traveller to the
imagination of the host and invites him to dream on trips that one
day he could do. That's how “Going from La Graciosa to Tenerife by
bicycle” came into my wish list.
So I took advantage
now and fulfilled my desire. I took a ferry from Tenerife to Las
Palmas and straight another to Lanzarote. There my adventure began.
By bicycle to the north to go across La Graciosa and back home, but
this time going through all Lanzarote and Fuerteventura
(unfortunately I didn't have time to cross though Gran Canaria)
After 10 days
pedalling and camping in the Canary Islands, I have a very clear
feeling: I live in a paradise. Beautiful, safe and friendly. Cycling
towards the south each day, not knowing where to sleep, where to eat,
who I'm going to meet and along with a nature that, although I
already known it, never ceases to amaze me, is a wonderful experience
that fills me with peace.
At the beginning of
the trip I was not very confidence with myself. I almost have not
ridden a bicycle since I gave away my old bicycle in Iran in 2017. It
is 2 years without pedalling! And for this trip I didn't train at
all, as usual. But I already know that when you start pedalling,
perceiving all that beauty around you, time passes without realizing
and, suddenly, you get where you wanted, because the place you wanted
to reach is the place where you arrived.
-How many kilometres
did I do? -Well, I have no idea.- On my new bicycle that I almost
used for the first time on this trip, I had not installed the
computer. I had it and I thought about installing it, but then you
start looking at it even if you don't want to, and you try to do a
little more, more distance than the day before, more than what the
landscape around suggests you. Finally I decided that my legs were
going to be my computer. They would tell me if I had done little,
much or simply enough for that day. Why more?
I'm glad to know
that I'm still excited to travel around my islands and to travel by
bicycle at the speed of the butterflies.
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